Probablemente no se te da muy bien poner límites. La mayoría de nosotros no lo somos. Crecimos diciéndonos que es de mala educación decir "no" o que debemos estar agradecidos por todo lo que recibimos.
Como resultado, nos cuesta pedir lo que queremos o necesitamos, y a menudo acabamos conformándonos con menos de lo que merecemos.
Esto es especialmente cierto cuando se trata de relaciones. Queremos gustar y ser aceptados, así que aguantamos los malos tratos, aunque nos hagan daño.
El problema es que, al no poner límites, enseñamos a la gente cómo tratarnos. Les enseñamos que está bien aprovecharse de nosotros y que no merece la pena respetarnos.
No tiene por qué ser así. Podemos aprender a poner límites y a exigir el respeto y el trato que merecemos.
Empieza por aprender a decir "no". No, no quiero hacer eso. No, no quiero ir allí. No, no quiero aguantar más tu mierda.
Decir "no" es difícil, pero resulta más fácil con la práctica. Y cuando empieces a poner límites, verás que la gente empezará a tratarte mejor. Puede que al principio no les guste, pero al final te respetarán.